Makemake, uno de los grandes cuerpos helados del Cinturón de Kuiper, ha pasado a un selecto grupo de mundos del Sistema Solar exterior donde se ha confirmado la presencia de gas en la superficie. Gracias al Telescopio Espacial James Webb, se ha detectado metano en fase gaseosa sobre este planeta enano, situado más allá de Plutón. El hallazgo sugiere que Makemake no es un cuerpo estático y congelado, sino un mundo en el que aún existe intercambio entre el hielo de la superficie y el espacio circundante.
El metano es un compuesto abundante en la superficie sólida de Makemake, donde se encuentra congelado debido a las bajísimas temperaturas que imperan en esta región del Sistema Solar. La novedad es que ahora se ha identificado también como gas, lo que implica que, de algún modo, parte de ese hielo se está sublimando —es decir, pasando directamente de estado sólido a gaseoso— o bien está siendo liberado mediante procesos más violentos. Este hallazgo convierte a Makemake en el segundo objeto transneptuniano, después de Plutón, en mostrar metano atmosférico.

Los datos del Webb revelaron señales espectrales de metano en forma de fluorescencia, un fenómeno en el que las moléculas absorben la radiación solar y la reemiten en longitudes de onda características. Esa firma es inequívoca del gas en fase libre sobre la superficie, lo que abre dos posibles escenarios. Por un lado, podría tratarse de una tenue atmósfera sostenida por la sublimación continua de los hielos superficiales, similar a lo que se observa en Plutón. Por otro, podría deberse a episodios más transitorios, como liberaciones localizadas de gas comparables a columnas criovolcánicas o a los procesos de desgasificación de un cometa.
Los modelos que acompañan al estudio sitúan las condiciones de este gas en torno a 40 K (–233 ºC) de temperatura y una presión de apenas 10 picobares, es decir, cien mil millones de veces menor que la presión atmosférica en la superficie terrestre. Se trataría de una atmósfera extremadamente delgada, incluso más tenue que la de Plutón, y difícil de detectar con otros instrumentos que no tengan la sensibilidad del Webb.
Makemake tiene unos 1.430 km de diámetro, lo que lo convierte en el tercer planeta enano más grande conocido, solo por detrás de Plutón y Eris. Observaciones anteriores, como ocultaciones estelares, no habían detectado una atmósfera global, aunque se barajaba la posibilidad de que existiera una envoltura muy tenue o fenómenos puntuales de escape de gas. A esto se suman anomalías térmicas registradas en el infrarrojo, que sugerían heterogeneidades en su superficie helada y potenciales “puntos calientes” relacionados con actividad interna o superficial. La confirmación del metano en fase gaseosa encaja ahora con esas pistas previas.
Este descubrimiento coloca a Makemake en un contexto más dinámico dentro del Sistema Solar exterior. Hasta ahora, los mundos con interacción comprobada entre superficie y atmósfera eran escasos, limitados principalmente a Plutón y, en otra escala, a Tritón, la gran luna de Neptuno. La detección en Makemake amplía ese grupo e indica que el intercambio de volátiles sigue siendo un proceso activo incluso a las enormes distancias del Sol. Comprender estos mecanismos ayuda a reconstruir la evolución térmica y química de los cuerpos helados y ofrece claves sobre la historia del propio Cinturón de Kuiper.
El origen exacto del gas de metano sigue sin estar claro. Si se trata de una atmósfera estacional sostenida por la sublimación del hielo, las variaciones a lo largo de la órbita de Makemake —que tarda más de 300 años en rodear al Sol— podrían modular la intensidad de este fenómeno. Si en cambio se trata de procesos eruptivos o criovolcánicos, entonces habría que plantear una fuente de energía interna capaz de movilizar el hielo y expulsar gas, algo que todavía está por confirmarse. En cualquier caso, las tasas de escape estimadas para este escenario son del orden de cientos de kilogramos por segundo, comparables a las columnas de agua detectadas en Encélado, la luna helada de Saturno.
El papel del Webb ha sido fundamental, ya que sus observaciones en el infrarrojo ofrecen la resolución necesaria para detectar la fluorescencia del metano. Futuras campañas con este telescopio, aprovechando resoluciones espectrales más finas, permitirán discriminar entre una atmósfera estable y una desgasificación puntual. Además, telescopios terrestres de nueva generación podrán contribuir con datos complementarios en ocultaciones estelares y observaciones térmicas.
El hallazgo de metano en Makemake confirma que incluso en los confines del Sistema Solar persisten procesos activos de intercambio entre superficie y entorno, como pudimos comprobar con la New Horizons en su sobrevuelo sobre Plutón. Este descubrimiento nos recuerda que los mundos helados más allá de Neptuno no son fósiles inertes, sino escenarios dinámicos donde los hielos aún evolucionan y debido a la distancia se sabe bastante poco. La investigación de Makemake y otros objetos del Cinturón de Kuiper promete seguir revelando la diversidad y complejidad de los procesos que ocurren en estas regiones remotas.
Referencias
- Huynh, T. et al. (2025). Fluorescent Emission of Methane Gas Detected on Dwarf Planet Makemake. The Astrophysical Journal Letters, 991(1), L12.








