Juno descubre la erupción volcánica más intensa jamás registrada en Ío

La sonda Juno de la NASA ha detectado en Ío, la luna de Júpiter, la erupción volcánica más intensa jamás observada en el Sistema Solar. Este evento sin precedentes fue captado el 27 de diciembre de 2024 por el instrumento JIRAM (Jovian Infrared Auroral Mapper), que identificó un punto caliente masivo en el hemisferio sur del satélite. Los datos muestran que esta nueva zona volcánica activa supera los 100.000 km², una superficie cinco veces mayor que la de Loki Patera, el lago de lava más grande previamente conocido en Ío.

El equipo científico estima que la energía total emitida por esta erupción supera los 80 billones de vatios, un nivel de radiación térmica que saturó los detectores de JIRAM. De acuerdo con Scott Bolton, investigador principal de la misión Juno, esta es la actividad volcánica más intensa jamás registrada en Ío, lo que subraya la extraordinaria dinámica geológica de este satélite, considerado el mundo más volcánico del Sistema Solar.

Imágenes de JunoCam en 2024 muestran cambios significativos en la superficie de Ío cerca del polo sur, detectados entre los perijovios 66 y 68, cuando la sonda pasó más cerca de la luna joviana. Créditos: NASA/JPL-Caltech/SwRI/MSSS/Jason Perry

¿Por qué Ío es tan volcánico?

Ío experimenta una actividad volcánica extrema debido al efecto de calentamiento por marea generado por Júpiter. Su órbita elíptica hace que la intensa gravedad del planeta gigante la comprima y estire constantemente, generando fricción interna y elevando las temperaturas de su interior. Como resultado, el satélite alberga un interior parcialmente fundido, con una gran cantidad de magma que se abre paso hasta la superficie a través de fisuras y calderas volcánicas.

Este fenómeno hace que Ío esté en un estado de actividad constante, con aproximadamente 400 volcanes activos. Sin embargo, el evento detectado por Juno se destaca por su magnitud sin precedentes, lo que sugiere la presencia de una vasta cámara de magma subterránea.

Modelo del interior de Ío propuesto por R.S.Park, donde sugieren que Ío no tiene un océano de magma superficial, sino un manto mayormente sólido (verde) con zonas de fusión parcial (amarillo/naranja) sobre un núcleo líquido (rojo/negro). Créditos: JPL/Caltech/Sofia Shen

Evidencias del nuevo volcán en Ío

Durante el sobrevuelo del 27 de diciembre de 2024, Juno pasó a 74.400 km de Ío y su cámara infrarroja captó una intensa emisión térmica en el polo sur. Alessandro Mura, investigador del Instituto Nacional de Astrofísica de Italia y miembro del equipo de JIRAM, explicó que este punto caliente es tan intenso que sugiere la presencia de varios volcanes conectados a una gigantesca cámara magmática.

Además de los datos infrarrojos, la JunoCam, la cámara de luz visible de la nave, también identificó cambios en la superficie de Ío. Al comparar imágenes de sobrevuelos anteriores con las más recientes, los científicos notaron modificaciones en la coloración del terreno, lo que confirma que esta erupción ha dejado una huella permanente en el paisaje del satélite.

Loki Patera (izquierda) y otras calderas de Ío reflejando la luz solar, revelando detalles de su intensa actividad volcánica. Créditos: NASA/JPL-Caltech/SwRI/MSSS/Björn Jónsson

¿Un océano de magma en Ío?

El descubrimiento de esta supererupción reabre el debate sobre el interior de Ío. Hasta ahora, existían dos modelos principales para explicar su actividad volcánica:

1️⃣ Modelo del océano de magma: Propone que Ío alberga un océano global de roca fundida a poca profundidad bajo su corteza. Este océano sería la fuente de los volcanes y explicaría la distribución uniforme de la actividad volcánica en la luna.

2️⃣ Modelo del manto parcialmente fundido: Sugiere que Ío tiene un interior similar al de la Tierra, con un manto parcialmente derretido y magma acumulado en cámaras profundas. En este caso, los volcanes estarían alimentados por conductos individuales en lugar de un océano global.

Los datos recientes de Juno parecen favorecer la segunda teoría, ya que los estudios gravitacionales de la nave han revelado que la deformación de la corteza de Ío no es lo suficientemente intensa como para sostener un océano de magma global. En cambio, lo más probable es que el calor se disipe mediante la acumulación de magma en cámaras localizadas bajo la superficie, lo que explicaría la aparición de supererupciones localizadas como la recién detectada.

Futuras observaciones de Juno

La sonda Juno tiene programado un nuevo sobrevuelo de Ío el 3 de marzo de 2025, lo que permitirá estudiar cómo ha evolucionado este mega-volcán en las últimas semanas. Además, astrónomos de todo el mundo intentarán observar el fenómeno con telescopios terrestres para complementar los datos de la misión.

Este descubrimiento no solo redefine nuestra comprensión de Ío y su actividad volcánica, sino que también tiene implicaciones más amplias para la evolución térmica de otros cuerpos del Sistema Solar. Si el mecanismo que alimenta la actividad de Ío es más común de lo que se pensaba, podríamos encontrar dinámicas similares en exoplanetas sometidos a fuertes efectos de marea gravitacional.

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