En el extremo sur de Encélado, una de las lunas más pequeñas de Saturno, el hielo se abre en largas grietas azules desde las que escapa vapor de agua. Estas estructuras, conocidas como “rayas de tigre”, revelan que bajo su corteza existe un océano global aún activo.
Las denominadas “rayas de tigre” son un conjunto de largas fracturas paralelas situadas en el polo sur de Encélado, una de las lunas heladas de Saturno. Estas grietas, visibles en las imágenes obtenidas por la sonda Cassini, marcan la superficie como un sistema de cicatrices azules donde el hielo se abre y libera material al espacio.
Cada una de estas estructuras recibe el nombre de una ciudad mítica mencionada en Las mil y una noches: Damasco Sulcus, Bagdad Sulcus, Cairo Sulcus y Alejandría Sulcus. El término “sulcus”, del latín, significa surco o canal. Miden aproximadamente 130 kilómetros de longitud, unos 2 kilómetros de ancho y hasta 500 metros de profundidad. Las observaciones confirman que de su interior brotan géiseres de vapor de agua mezclado con granos de hielo y compuestos volátiles.

El descubrimiento de estas emisiones fue uno de los mayores hallazgos de la misión Cassini-Huygens, que exploró Saturno y su sistema de lunas entre 2004 y 2017. Durante un sobrevuelo realizado el 28 de octubre de 2015, la nave pasó a solo 49 kilómetros de la superficie, atravesando el penacho de partículas heladas expulsadas desde Bagdad Sulcus. Los instrumentos detectaron agua, dióxido de carbono, metano, monóxido de carbono, amoníaco y sales de sodio, lo que sugiere la existencia de un océano global salado bajo la corteza helada.
Este océano subterráneo, mantenido en estado líquido por el calor interno generado por la fricción de marea con Saturno, convierte a Encélado en uno de los lugares más prometedores para la búsqueda de vida fuera de la Tierra. Los géiseres actúan como una ventana directa al interior, permitiendo analizar su composición sin necesidad de perforar el hielo. Cassini contabilizó más de cien de estos chorros activos, variando su intensidad con las fases orbitales de la luna.
Los modelos geológicos indican que las “rayas de tigre” se abren y cierran de forma periódica a medida que la gravedad de Saturno estira la superficie. El contraste térmico entre el interior cálido y la superficie helada provoca fracturas que canalizan el vapor y las partículas hacia el exterior. Las temperaturas medidas en estas grietas son hasta 20 K más altas que el entorno, una señal clara de actividad criovolcánica.

Además de aportar material al anillo E de Saturno, el hielo expulsado forma una fina atmósfera temporal alrededor de la luna. Este fenómeno fue confirmado por el espectrómetro de plasma de Cassini, que midió la densidad de partículas cargadas en su entorno inmediato. La coincidencia entre la composición del penacho y los iones detectados en el anillo E demuestra que Encélado es su principal fuente de alimentación.
A más de 1.270 millones de kilómetros del Sol, esta pequeña luna de apenas 504 kilómetros de diámetro ha pasado de ser un cuerpo helado y anodino a uno de los mundos más interesantes del Sistema Solar. Cassini reveló que bajo su superficie se esconde un océano activo, con una dinámica compleja y una química que podría sustentar vida microbiana.
